miércoles, 2 de junio de 2010

La Violencia

Después de finalizar la República Liberal (1930-1942), con la renuncia de Alfonso López Pumarejo a la Presidencia de la República debido a la presión política de varios sectores liberales que criticaban su segundo periodo por su mal desempeño en materias económicas y por supuesta corrupción, López Pumarejo permitió que el Designado de la República tomara el poder y convocara elecciones para junio de 1946.
Durante el gobierno del Designado de Pumarejo, el Partido Liberal se vio afectado por la ausencia de su líder natural, Alfonso López, y entró en una pugna interior por su liderazgo. Mientras tanto las toldas conservadoras, que no llegaban al Palacio de San Carlos desde 1930, se concentraban alrededor del presidente del directorio nacional conservador, Mariano Ospina Pérez.
El discurso sosegado de la nueva tendencia conservadora encontró asidero en la convulsionada sociedad colombiana, mientras que el liberalismo finalmente se declaró dividido entre Turbayistas y Gaitanistas. El turbayismo representaba a las élites comerciales y al viejo liberalismo elitista que instauró la República Liberal, eran los representantes de la continuidad del proyecto de las Presidencias de Eduardo Santos y Enrique Olaya Herrera.
Por otro lado, el Gaitanismo se instauró una corriente nueva dentro del Liberalismo que se originó en Jorge Eliécer Gaitán, el líder del extinto partido UNIR (Unión Nacional Izquierdista Revolucionaria), que aunque ni Marxista o radicalmente revolucionario, concentraba diversos matices del pensamiento original del Manifiesto Liberal de Ezequiel Rojas, el fundador del Partido Liberal. Gaitán manejaba bien a las masas, mientras que Turbay era muy lejano. Para mediados de 1945, la Dirección Nacional Liberal escogió la candidatura de Turbay como la oficial, dejando el Gaitanismo como una tendencia independiente.
En este clima político, Mariano Ospina encabezaba un conservatismo unido que arrasó en las Elecciones Presidenciales de 1946. En el discurso de la toma de posesión, realizado en el Salón Elíptico del Capitolio Nacional, Mariano Ospina Pérez pidió comprensión a la extrema derecha conservadora y a los sectores representantes de la tendencia Gaitanista que sellaran diferencias, y que con su voluntad él formaría un gobierno de Unidad Nacional. El gabinete fue distribuido igualmente entre ambas tendencias, pero los Ministerios más importantes fueron retenidos por el Partido Conservador, dejando las ideas de una supuesta unión nacional en el aire.
A pesar de las diferencias y crispaciones políticas del Gobierno de Mariano Ospina Pérez, su gobierno tuvo resultados positivos, como la Ley de Hidrocarburos, la creación de Telecom y organización de Ecopetrol, leyes de trabajo y el Instituto de Seguros Sociales.
En las ciudades, el ambiente que se respiraba guardaba cierto orden y concordia, pero la situación en el campo empeoraba cada día más. El creciente caciquismo, retenido por los hacendados conservadores, se convirtió en motivo de graves discordias y resentimientos para los ahora empobrecidos comerciantes liberales, que se fueron extinguiendo paulatinamente.
La crispación Liberal se convierte en violencia en forma de leves escaramuzas públicas entre liberales y conservadores, pero el gobierno afirma que en realidad las peleas no tenían fundamento alguno. El gobierno se equivocó, Gaitán sabía que él era el jefe natural del Partido Liberal, y lentamente su ideología se fue desradicalizando, entrando también en las mentes de la clase media trabajadora, que crecía abrumadoramente.
Encabezando numerosas protestas, como la famosa protesta del Silencio, Gaitán adquirió más fama, hasta ser conocido en todas partes. El Conservatismo estaba preocupado, pues veía a Gaitán como una seria amenaza al poder Conservador, reconociendo su verdadero poder y popularidad.
En la mañana del 9 de abril de 1948, Gaitán salió de su casa para la Oficina, cerca de la Av. Jiménez, trabajó, y cuando salió a almorzar, un hombre se le acercó, sacó un arma y le disparó. La conmoción general se transformó en una turba, que mutiló y paseó por las calles el cuerpo del magnicida, Juan Roa Sierra. Condenó el imperialismo, el elitismo y arrasó con todo lo que vieron a su paso. Años de esas rabias reprimidas desde las Guerras Civiles del S. XIX salieron a la luz: hijos contra padres, hermanos contra hermanos, ni las más duraderas amistades resistieron la efervescencia y calor de esos momentos: ya no eran ideologías ni partidos, ahora, era el fanatismo.
Colombia se desangró en una noche. El asesinato, aún sin resolver concluyentemente, del líder progresista y populista de extracción liberal Jorge Eliécer Gaitán provoca un estallido de cólera de las masas populares dando origen al Bogotazo, una serie de revueltas y saqueos en la capital Bogotá que termina a los pocos días tras un baño de sangre.
Los liberales vencidos se retiran al campo y organizan la resistencia con el apoyo del Partido Comunista. Los propietarios por su parte organizan partidas armadas para luchar contra los liberales, que degeneran rápidamente en grupos de bandidos.
Este periodo es conocido como “La Violencia” y varios personajes de ambos bandos enfrentados se harán famosos por sus acciones atroces. Más de doscientos mil muertos es el saldo de este periodo. En 1953 el General Gustavo Rojas Pinilla toma el poder y ofrece el final de la guerra. Por medio de las amnistías, cinco mil guerrilleros liberales dejan las armas.
Aparte del Bogotazo, la consecuencia inmediata más importante del asesinato de Jorge Eliecer Gaitán y por consiguiente de “La Violencia”, fue la presidencia de Gustavo Rojas Pinilla. Elegido mediante un golpe de cuartel, Rojas Pinilla impone una dictadura militar, mediante hechos tales como la clausura de los medios de difusión más importantes en ese momento, que eran los diarios “El Tiempo”, “El Espectador” y “El Siglo”. Lo sucede Alberto Lleras Camargo, quien fue reconocido como un líder de suma importancia en Latinoamérica, iniciando así, el Frente Nacional.
Posteriormente, el asesinato de Jorge Eliecer Gaitán genera en el pueblo colombiano un constante sentimiento de repudio hacia los asesinatos políticos, y a partir de ese punto, los gobiernos no permiten el levantamiento de líderes populares, y todos los representantes de este tipo son asesinados. Cada una de estas muertas produce en los colombianos un sentimiento similar al de repudio hacia el asesinato de Gaitán.

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